A propósito, y con un propósito
Crecí con cuatro hermanos, y junto a mi hermana siempre quisimos jugar con ellos. Nuestro papá les daba extra atención; así que, tratábamos de ser más como ellos.
Realmente disfrutaba los deportes y estar activa. Nunca me gustaron las muñecas, los vestidos o lo que fuese de color rosa. Nunca cuestioné mi género, nunca quise ser un niño; pero, sí parecía que tenían la vida más fácil y divertida. No me parecía justo que tuviera que lavar platos y hacer los otros quehaceres femeninos del hogar. Solo quería que las cosas fueran justas. Conforme crecía en la fe, no me gustaba cómo algunas lecciones bíblicas parecían decir que los hombres eran más dignos que nosotras.
Felizmente, Dios puso grandes maestros en mi camino que me explicaron que nosotras no somos menos, ni menos amadas, ni menos útiles. Lo que sí es que tenemos un propósito diferente por desarrollar y eso está bien.
Recuerdo que me desagradaba 1 Pedro 3:7 donde dice que las mujeres son frágiles; mas Dios envió a un gran maestro quien me explicó que el verso no significa débil sino delicada, fina y preciosa.
Le doy la gloria a Dios pues Él me ha hecho una mujer fuerte, en Sus fuerzas. El gozo del Señor es mi fortaleza, tal como dice Nehemías 8:10.
Me regocijo en tener Su fortaleza cuando otros me dicen lo que no puedo hacer en la vida o en el ministerio. Él continúa enseñándome que, en humildad, hay mucha fortaleza y que yo solamente necesito escuchar Su quieta y suave voz. Es un honor servirle.
El rol de la mujer en el Reino es ilimitado en el poder y la guía de Nuestro Señor. Dios nos quiere usar a todas las mujeres, con nuestro pasado, luchas y sueños; seamos solteras o casadas, con formación académica o instruidas por la vida.
Nuestra oración es que esta edición incentive a las mujeres a servir con gozo y humildad y, que, a la vez, incentive a los hombres a motivar a las mujeres y ver en ellas el verdadero valor que tienen.
Cristina Conti