Amándolos como a hijos

El discipular a los jóvenes está repleto con historias de alegría.

“Recuerdo uno de mis jóvenes de cabello largo con sus jeans y polera. No se veía muy pastoral. Sin embargo, dio una de las mejores prédicas que escuché durante mi tiempo en esa iglesia. Las lágrimas no solo correspondían al mensaje sino también al mensajero”, dijo Aaron Arnold, pastor sirviendo con Especiales 365.

Pero el ministerio también nos permite vivir dificultades. “Recuerdo de una joven con tanto potencial, ayudaba en todo, hasta que una serie de eventos demasiados tristes en su vida le hicieron perder su fe.

Se me caían las lágrimas, no de orgullo o alegría sino de dolor y tristeza”, añadió Aaron.

Pablo amaba a los Gálatas como hijos suyos (Gálatas 4:19). Y como pastores o líderes juveniles, tenemos que tomar esa misma actitud. “Pablo en sus cartas les repetía su deseo de visitarlos, verlos y compartir con ellos. Se enojaba con ellos al igual que un padre. ¿por qué? porque los amaba y quería verlos llegar a la meta que era la madurez en Cristo”, dijo Aaron.

El amarlos como hijos no significa reemplazar a los padres reales.

“Esto es una comparación de cómo debería ser el amor y la pasión que sentimos por ellos. Tenemos que tener una fuerte relación con ellos. No somos directores de un programa. No estamos en este ministerio para solo educar o enseñar. Esto se trata de amor”, dijo Aaron.

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