5 características de una familia en misión

Ser una familia en misión se trata de vivir en familia mientras caminamos cerca con Jesús e invitamos a otros a unirse mientras lo seguimos. Las familias en misión comparten varias características básicas:

Las comidas tienen más rostros nuevos: A veces recibimos a otras personas de la comunidad, a los artistas con los que trabaja mi esposo u otros niños del vecindario que se meten a nuestra casa después de jugar.

2. Es parte de la comunidad: En la medida de lo posible, decimos “sí” a los conciertos y fiestas de cumpleaños, la vigilancia del vecindario y la limpieza de la basura e incluso intercambiamos herramientas y trabajos de jardinería.

3. Es una iglesia pequeña, sin importar en dónde esté: No es que abrimos una nueva iglesia o predicamos en el parque. Más bien, hacemos lo que la Iglesia practicaba en Hechos: partir el pan, compartir todo tipo de cosas, orar juntos y servir a los marginados y oprimidos.

4. Tiene una misión definida: Todo empezó con nuestra declaración de misión familiar. Pasamos una semana discutiendo sobre nuestros sueños, valor, el tipo de vida que queremos como familia y a partir de ahí, cultivamos acciones intencionales para apoyar esa visión, creando seguridad para nuestros hijos y, a su vez, para quienes nos rodean.

5. Tiene padres como los de Jesús: Si solo le damos una mirada superficial a los Evangelios, pensaríamos que Jesús creó una comunidad de la nada, pero, si profundizamos un poco más, vemos a un padre espiritual que escucha, capacita, desafía, disciplina, nutre y ama a Sus amigos. Es una tarea difícil, pero al vivir en misión con nuestros hijos, iglesias y compañeros. A veces eso significa que no solo criamos espiritualmente a nuestros propios hijos, sino que también asumimos el papel de padres espirituales para los demás, compartiendo las historias detrás de nuestra elección de seguir a Jesús y ofreciendo espacio para las preguntas, la oración y sanación.

“Vivir como una familia en misión no se trata de ser y hacer todas las cosas por todas las personas; se trata solo de vivir como una familia en este mundo mientras camina cerca con Jesús e invita a otros a unirse a nosotros para seguirlo. Vivir para Jesús como familia no necesita un nombre de iglesia. De hecho, cuanto más ordinario lo hago, más se siente como tierra sagrada.”

Ignacio y Marta León, misioneros dominicanos sirviendo en Sudáfrica

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