Alto al fuego

Se espera que los papás misioneros hagan solo “el ministerio”, pero la mamá misionera es juzgada por cómo se comportan sus hijos, qué tanto sus hijos se adaptan al campo, cuán bien educados son, qué tan saludable es su matrimonio, qué tan bien conoce el idioma local, además por cómo va su ministerio.

Necesitamos darle alto al fuego de la crítica y cuidar de las mujeres que están siendo aplastadas por expectativas poco realistas.

¿Y tú, mamá misionera, puedes dejar de sentirte culpable? No puedes hacerlo todo, pero eso no te hace débil; te hace humana.

El espejismo de la madre misionera perfecta es atractivo y peligroso. Si intentas seguirla, estarás desanimada, deprimida y exhausta. Por otro lado, si te sientes la madre misionera perfecta, serás arrogante, altanera y molesta.

La próxima vez que sientas la tentación de criticar a una madre, baja tu arma y di lo que está haciendo en vez de lo que no está haciendo.

Y tú, mamá misionera, antes de criticarte, identifica y di lo que estás haciendo en lugar de lo que no estás haciendo.

Edwin Villavicencio, peruano sirviendo junto a su familia en Honduras

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