¿Qué tanto debo involucrar a mis hijos en el ministerio?

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En una encuesta a padres misioneros de HTC, las respuestas coincidieron en que lo mejor es no dejar a los hijos fuera, sino involucrarlos a la medida de lo posible.

“Es importante involucrar a los hijos en todo el proceso de orientación y preparación para el servicio. Tienen que entender desde el principio que ellos forman parte del servicio y no solamente del acompañamiento”. 

Dorothee Reuter, encargada de desarrollo familiar de SIM

Los padres deben compartir con sus hijos sobre su llamado, incluso cuando estén aun orando por el lugar o comunidad; hablar con ellos y consultarles sobre el tema. La clave es tener una buena relación con tus hijos, llegar a conocerlos bien.

“Los padres, que conocen mejor a sus hijos que nadie, deberían velar por la disposición de sus hijos para las misiones, sus posibles dificultades y qué hacer con ellas; ayudarlos a crecer, etc. No considerar estas cosas puede ser muy contraproducente para la familia”, dijo Matías, HTC y psicólogo argentino.

De ser positivo el proceso, los padres deben planificar y elegir estratégicamente el lugar, además de la escuela, la iglesia a las cuales irán sus hijos, y otros cuidados.

Sin embargo, debemos tener en cuenta que “Dios no parcializa, ni divide familias, pero no necesariamente llama a los hijos al ministerio de los padres”.

Para Vanesa, misionera argentina con OM, HTC y madre de tres HTC, los padres deben ser conscientes de la etapa de crecimiento de los hijos y no imponerles cargas o responsabilidades que no son adecuadas para su edad.

“Los hijos son parte del plan de mudanza y debemos hacerlos partícipes del mismo, de acuerdo a la edad que tengan, pero no necesariamente del ministerio”, dijo Vanesa.

Tus hijos tendrán su propio llamado de parte de Dios, pero mientras están bajo tu responsabilidad, sí o sí estarán involucrados en el ministerio.

“Si se involucra a todos los miembros de la familia en el proceso de preparación, la familia se sentirá más unida, los hijos podrán expresar y procesar sus preguntas, miedos y preocupaciones, y juntos experimentar que Jesús está presente en este proceso y proveyendo en cada situación”, finalizó Dorothee.

 

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