El bizcocho de la tía Hilda y las limitaciones de la ciencia
Imagina que mi tía Matilda ha horneado un bizcocho, y se lo entregamos a un grupo de los mejores científicos mundiales para que lo analicen.
Los bioquímicos nos informarán sobre la estructura de las proteínas, las grasas y otros componentes del bizcocho; los químicos, sobre los elementos contenidos en él; los físicos podrán analizar el bizcocho en términos de las partículas fundamentales; y los matemáticos, qué duda cabe, nos ofrecerán una serie de elegantes ecuaciones para describir el comportamiento de esas partículas.
Ahora ya sabemos cómo se hizo el bizcocho y de qué está hecho, pero imagina que ahora preguntamos a los científicos por qué se hizo ese bizcocho.
La sonrisa en el rostro de tía Matilda evidencia que ella sabe la respuesta, porque fue ella quien hizo el bizcocho. Pero sin duda es evidente por sí mismo que los mejores científicos del mundo no serán capaces de decirnos, basándose en sus investigaciones, por qué ella hizo el bizcocho. Nunca lo averiguarán, a menos que ella les revele la respuesta. Las ciencias naturales pueden abordar las preguntas sobre la naturaleza y la estructura del bizcocho, pero no pueden responder por qué, la pregunta sobre el propósito. La ciencia tiene sus limitaciones.
John Lennox, apologista cristiano, doctor de matemáticas en la universidad de Oxford