Uniendo la evangelización y apologética

  1. Subversión: encender la luz, plantear preguntas, abrir las puertas, involucrarse con la cultura. En la etapa subversiva, el creyente está interesado en aflojar las cadenas. Su objetivo es hacer preguntas o presentar reflexiones en la forma de películas, música, literatura y arte, que permitirán al escéptico tener el andamiaje relacional y social que le permita dudar de sus ideas y creencias subyacentes pero contrarias. Podríamos intentar ver un programa de noticias con un amigo escéptico, y luego capturar su reacción moral ante una de las historias de injusticia y preguntar: “¿Piensas que tu sentido de indignación moral apunta a un bien verdadero y un mal verdadero?”. Jesús usaba este tipo de enfoque bastante, y sus preguntas mostraban que escuchaba con atención. Las preguntas de Jesús eran subversivas porque abrían el tema, exponiéndolo ante la más brillante de las luces y llegando al corazón del asunto.
  2. Persuasión: dar y compartir razones, dar razón de la esperanza, persuadir a la persona toda con todo el evangelio. La etapa de persuasión involucra tanto escuchar como dar razones de la verdad y la confiabilidad de la cosmovisión cristiana. Esto implica defender nuestra propia posición, compartiendo las razones detrás de nuestra creencia. Como haría Francis Schaeffer, tenemos que dedicar más tiempo a escuchar y a hacer preguntas que a hablar. Entonces, cuando hablamos, cuando ofrecemos nuestra apologética, puede estar apuntada exactamente adonde está la persona; podemos dirigirnos a su corazón. Era lo que hacía Jesús: trataba a las personas como individuos, con diferentes preguntas y preocupaciones.
  3. Proclamación: predicar el mensaje de la cruz, desempacar la Biblia, declarar la gracia, la verdad y la esperanza, invitar una respuesta. Finalmente, la etapa de proclamación requiere desempacar el mensaje del evangelio. Buscamos comunicar el mensaje revelado de Jesús y las doradas verdades teológicas de la trinidad, la creación, la caída, la encarnación, la expiación, la resurrección, la salvación y la santificación. Es aquí donde los resúmenes del evangelio pueden ser útiles. Si quiere mejorar la forma en que se comunica en esta etapa, entonces lo mejor es examinar la teología con mayor profundidad y ponerse de rodillas para aplicarla primero a su propia vida. Esto podría significar que una iglesia alquile un restorán local o un lugar neutro, o salir como aquellos primeros evangelistas adonde estuviera la gente y decirles con nuestras palabras lo que Dios ha hecho en Cristo.

Tom Price, tutor académico en Oxford Centre for Christian Apologetics Extraído de lausanne

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