Charles y Susannah Spurgeon: Una historia de amor y oración
Hace cien o más años atrás, vivió un predicador llamado Carlos. Era un hombre joven que fue bendecido por Dios con una gran sabiduría espiritual y le concedió pastorear una gran iglesia en Londres.
En su congregación había una joven llamada Susana, a quien Carlos animaba en su fe y también bautizó. Se hicieron amigos y ambos fueron invitados a asistir a un evento social. Se sentaron juntos. Carlos tenía un libro con él, y leyó en alta voz lo siguiente: “Busca una buena esposa de tu Dios, pues ella es el mejor regalo de Su providencia; sin embargo, no pidas en atrevida confianza lo que Él no ha prometido: tú no conoces Su buena voluntad; entonces que tu oración sea sumisa y deja tu petición a Su misericordia, asegurado en que Él tratará bien contigo. Si has de tener una esposa en tu juventud, ella está ahora viviendo en esta tierra; por lo tanto, piensa en ella y ora por su bien.”
Él hizo una pausa – para que solo Susana pudiera escucharlo – y susurró, “¿Oras por aquel que ha de ser tu esposo?” Más tarde Carlos y Susana se casaron – y Dios bendijo el matrimonio y ministerio del Sr. y la Sra. Spurgeon por muchos años.
El 2 de agosto de 1854, Charles y Susannah declararon su amor en el jardín del abuelo de ella. Más tarde escribió con gran asombro:
"Dejé a mi amado, y mientras me apresuraba a la casa hacia el cuarto alto, me arrodillé ante Dios, lo alabé y le di gracias, con lágrimas de alegría por su gran misericordia por darme el amor de un hombre tan bueno. Si hubiera conocido antes lo bueno que era él, o cuán grande iba a ser, habría estado abrumada; pero no más que con la alegría de ser suya además de la responsabilidad que dicha posición habría de conllevar".
Charles y Susannah estuvieron casados por 36 años. Cuando Charles murió Susannah escribió:
“Porque aunque Dios ha tenido a bien llamar a mi amado para un servicio mayor, Él me ha dejado la consolación de todavía amarlo con todo mi corazón, y creyendo que nuestro amor será perfeccionado hasta que nos encontremos en esa bendecida tierra donde reina el amor supremo y eterno”.
Lo que inició con una oración terminó como bendición para muchos.
