Me tomó ocho años entender y aceptar la soberanía de Dios

Didi es una misionera colombiana que estaba sirviendo en la India hasta que recibió la noticia del grave estado de su madre y tuvo que regresar a su patria tan pronto como pudo. Cuando salió de la India pensó volver al mes siguiente, sin embargo, esto no fue posible porque su madre permaneció hospitalizada durante 2 años. “No es la manera que ningún misionero espera salir jamás, yo me veía envejeciendo y muriendo allá”, dijo Didi. 

 

Aunque agradece a Dios porque pudo acompañar a su madre y solventar las necesidades familiares que se presentaron, le tomó ocho años entender y aceptar la soberanía de Dios en cuanto a su llamado misionero. “Toda mi vida le dije a Dios: ‘Heme aquí, envíame a mí.’ Él me envió y se acabó”, pensé. 

 

Durante un encuentro de oración en el 2022, Didi halló paz de un nuevo nivel. “Comprendí que no había perdonado a Dios por la forma que me sacó del campo, que necesitaba sanidad y que Él todavía tenía un llamado para mi vida”, Didi dijo. Cuenta que su iglesia local cuidó de ella y su madre; fue recibida con las puertas abiertas. No obstante, la denominación a nivel nacional hubiera podido hacer más para comprender la difícil situación familiar por la que ella estaba atravesando. “Hubiesen sido formas de ayudarme: mantener el sostenimiento económico, acompañarme pastoralmente, reconocer mi llamado para trabajar dentro de la denominación”, expresó. Quizás en el proceso de selección debieron haber tomado en cuenta que no era saludable que ella diera por sentado que iba a morir sirviendo en la India, sino considerar que las cosas podían cambiar. 

 

Ella también reconoce que, de su propio lado, esto hubiera podido hacer la transición mejor. “Algo que hubiera podido hacer las cosas diferentes también, fue hablar. Yo era de las que callaban y no confrontaban a las personas. Debí buscar ayuda”, Didi dijo. 

 

Actualmente ella dice que su llamado es discipular y formar a aquellos que irán a la India. Está orando por ese proyecto, preparándose más y esperando el tiempo de Dios. “Me siento realmente feliz y con mucha más paz, siento que la marea ya bajó”, dijo.

 
Sonia Guevara, colaboradora del equipo VAMOS

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *