No eres un empleado de Dios
Para mantener tu vida en el campo misionero tienes que recordar que no estás como un empleado de Dios sino como Su hijo.
Tu relación personal con Dios debe ser siempre lo más importante que cualquier ministerio que estés desarrollando.
Con mucha frecuencia vemos a algunos misioneros o pastores que nunca tienen tiempo para descansar y creen que es eso lo que Dios quiere, y se “sobresaturan”.
Creo que los problemas de muchos cristianos, tanto como misioneros y pastores es que dejan convirtiendo en su ministerio en primer lugar.
Pero el ministerio con Dios es una cosa muy diferente a una relación personal con Dios. Dios tiene que ser el número uno y tu familia tiene que ser el número dos, después el ministerio.
Por Juan, misionero de Juventud con una Misión
El activismo es un gran peligro
Como misioneros, nosotros podemos hacer muchas cosas y entrar en un activismo muy grande. Tienes que contestar correos con tu tablet, tienes que responder a las demandas muy rápido y a la noche ya estás cansado.
Vivimos una generación del cansancio. Y eso nos lleva a dejar nuestra vida espiritual. En Juan 15 nos dice que si nosotros no estamos conectados con la raíz, no vamos a producir fruto. O vamos a producir frutos, pero que no permanecen. Porque quien hace que produzcamos frutos es Jesús, es Su espíritu y nosotros dependemos de Él. Y nuestro gran error es pensar que el resultado de nuestro trabajo es fruto de nuestra estrategia, conocimiento o inteligencia. Pero no, es fruto de la acción del Santo Espíritu. Era el Santo Espíritu el que agregaba a la iglesia
a los que se convertían. Es el Espíritu Santo el que convence.
Nosotros necesitamos trabajar con excelencia y mostrarnos fieles en todo lo que hacemos, pero quien convierte es el Espíritu de Dios.
Muchas veces queremos hacer cosas para Dios, pero no queremos ser sus hijos, pasar tiempo con Él, estar en Su presencia.
Y creo que este es un gran peligro, llenarnos de mucho activismo.
Por Zaza, directora de PMI