Misión Urbana: Estrategias y principios para alcanzar la ciudad

Brian Seim, misionero con SIM, ha estado involucrado en el ministerio urbano durante 35 años. Él comparte con nosotros algunas lecciones que ha aprendido:

  1. Ser Intencional 

Como cristianos debemos ser intencionales con nuestras oraciones y con nuestro tiempo. 

2. Alcanzar ciudades, alcanzar tus vecindarios 

El proceso geográfico paso a paso que Jesús nos dio como discípulos se aplica al alcance de las ciudades. 

3. Desafiar los sistemas de la ciudad por medio de iniciativas sistémicas de fe. 

Aprovecha las oportunidades de ayudar con   el currículo comunitario y programas de necesidades. 

4. Iglesias en Red 

Ayuda a las iglesias a trabajar juntas, construyendo el aprecio por otros estilos de ministerio, y un amor por los hermanos y hermanos que de otra manera nunca habrían conocido. 

5. Transformar a las personas, quienes luego atraerán a otros a Cristo. 

El discipulado de las comunidades transformadas, la meta final es vidas transformadas, que cuando sean levantadas dirigirán los ojos de su ciudad al Salvador. 


Las ciudades bombean personas

A pesar de todos los desafíos de las áreas urbanas – tráfico, ruido, alto costo de vida, condiciones de vida aglomeradas y con frecuencia bajo el estándar, disparidad económica, estrés, sobrecarga psicológica, largas horas de  desplazamiento, violencia – las ciudades les proveen a las personas de los países en desarrollo la mejor esperanza de educación e ingresos. Así, la gente continúa siendo atraída a la ciudad por medio de la migración y la inmigración. 

Así como un corazón bombea la sangre a través del cuerpo, las ciudades bombean personas, tanto a corto como a largo plazo. Esto hace más difícil desarrollar iglesias estables en las ciudades pero crea la oportunidad para la evangelización global mientras las personas se encuentran reubicadas de una ciudad a otra. 

Seguramente, Dios tiene un propósito en esto. Con frecuencia, las personas que se mudan a la ciudad no solo se están alejando de algo, sino también moviéndose hacia algo, queriendo cambio, anhelando nuevas cosas, esperando estar expuestos a nuevas ideas, para realizar un nuevo comienzo. Sea por la migración o la inmigración, la experiencia socialmente dislocante de mudarse a una ciudad tiende a “aflojar las relaciones con las divinidades locales,” y abre las puertas para el Evangelio. 

Brian Seim, misionero con SIM