¿El rol de la mujer en la Gran comisión es igual al del hombre?
Jesús le dijo: Dame de beber (Juan 4:7), Jesús inicia un pedido que culmina con la transformación de una mujer y el de su pueblo, pero sobre todo rompe el esquema social de la época, al dialogar con una mujer de un pueblo discriminado.
En un día cualquiera, en una actividad cotidiana y con una mujer o como muchas, Jesús revela su poder y sobre todo su identidad. Yo soy (el Mesías), el que habla contigo.
¿Te imaginas a Jesús empleando el mismo diálogo con un hombre?, si un rotundo ¡No! surge en tu mente, es porque reconocemos de alguna u otra manera, que el hombre y la mujer somos únicos y muy diferentes.
Jesús conocía esto a la perfección, sabía que ser mujer y samaritana eran dos condiciones de poca estima para el pueblo judío; y lo usó para llegar a la profundidad del alma.
Es que, aunque muchas mujeres nos neguemos a la etiqueta de ser relacionadas directamente con las tareas domésticas o la crianza de los hijos, por nuestro afán por liderar, dejamos de lado que Jesús usó ese papel irremplazable como medio para llegar a una mujer y así a un pueblo.
Y, es que, de seguro el hombre podría realizar muchas tareas, pero a la mujer le había reservado una especial, una actitud de servicio y entrega maternal natural; al punto que, siendo soltera o casada, con o sin hijos, esa naturaleza se revela y su corazón salta si se tratara de socorrer a alguien en necesidad.
Desde el inicio, Dios hizo esa diferenciación, cuando dijo: No es bueno que el hombre esté solo, le haré una ayuda idónea (Génesis 2: 18). Dios concibió desde el principio, el funcionamiento de un equipo único, que aportando sus diferencias, trabaje en unidad glorificando a su Creador.
El campo misionero no ha sido la excepción, pues ha revelado en muchas maneras cómo Dios ha usado a la mujer en situaciones tan cotidianas como complejas, con los dones y talentos que le ha dado.
En la ciudad donde serví por años, la iglesia se reúne en casas, donde quien recibe, sirve y comparte la Palabra es la dueña de casa; esto, me fue de mucha ayuda cuando inicié mi servicio, contó Jazmín, misionera en Asia del este por más de cinco años. Además, agregó, estamos en tiempos en donde hay una profunda ausencia de padres y madres espirituales, hombres y mujeres de Dios; en esa necesidad es donde se ve el valor de cada uno y las funciones que cada uno desempeña como hombre y mujer.
El diseño de Dios, descrito en Génesis, revela la responsabilidad que tiene el varón y el liderazgo que le ha dado, pues no fue directamente con Eva, a pesar que fue la primera en comer el fruto prohibido.
Una situación similar ocurrió con la mujer samaritana, cuando Jesús le dijo: Ve, trae a tu marido, a pesar de que conocía las circunstancias de su vida, él buscó hablar también con el varón, pues cada uno representaba una realidad y necesidad diferente.
El rol de la mujer en el campo misionero siempre será diferente al varón, al compartir con las mujeres locales pude conocer más de la cultura y ayudar en la obra que empezábamos con mi esposo, pues una dama siempre va a abrir su corazón con mayor sinceridad a otra mujer, compartió Keila, sirviendo junto a su esposo como familia pastoral en la obra misionera.
Nos es difícil permanecer en obediencia a lo que Dios ha encargado al hombre y a la mujer, pues en el principio Adán y Eva, recurrieron a sus individualidades y pecaron, la obediencia y la sujeción se distorsionaron y Dios lo sancionó. Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer y comiste del árbol que te mandé diciendo: No comerás de él, maldita será la tierra por tu causa (…). (Génesis 3:17).
El pecado vino por la desobediencia, pero no únicamente por la rebelión del hombre, sino porque ambos fallaron a su tarea principal, el ser la autoridad y ser la ayuda.
Así que, seas hombre o mujer, tu valor personal y el estado de salvación no cambia (…) no hay varón ni mujer porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús (Gálatas 3:28); no es asunto de quién está por encima del otro, sino se trata de obediencia a la voluntad de Dios (Efesios 5:21) en el orden, sujetos ambos a un solo liderazgo, su Creador.