Querida mamá misionera
Te veo. Empiezo con eso, porque sé que a menudo no te sientes vista. Te quedas en casa con los niños mientras tu esposo sale a enseñar la Biblia. Estás en la parte trasera de la iglesia, tratando de calmar al bebé. Abandonas la reunión de equipo temprano para que tus hijos tomen la siesta.
Cada madre en cualquier cultura va a luchar con cosas similares. Sientes que crías a tus hijos de forma aislada, no tienes a tu familia aquí, o un grupo de madres en tu iglesia, te sientes atrapada y te preguntas: ¿por qué estoy aquí? Parece que estoy haciendo el mismo trabajo que en mi país de origen.
Esto es lo que aprendí y esto es lo que quiero que sepas hoy:
- Sé creativa: Tienes la oportunidad de aprovechar la mejor parte de la crianza de múltiples culturas. No tienes que hacerlo exactamente como ellos, pero tampoco tienes que criar a tus hijos de igual manera como te criaron a ti. Trabaja dentro de las expectativas de tu cultura para criar a los hijos.
- Encuentra tu nicho ministerial: Esto es muy importante para madres de hijos pequeños. Es cierto que probablemente no podrás participar en el ministerio a tiempo completo durante esta temporada, pero encuentra algo que te permita usar tus dones e intereses en tu cultura anfitriona.
- Aprovecha las ofertas de temporada: Los niños pequeños son adorables y una excelente manera de iniciar relaciones. La gente habla más despacio a los niños, eso es lo que un estudiante de idiomas necesita. Si la combinación de tus hijos y tu ciudad te restringe a la casa la mayor parte del tiempo, piensa en esto como una excelente forma de aprender.
- Sé valiente: El trabajo intercultural siempre es difícil, quizás es más fácil para tu esposo, quien tiene una escuela, oficina o negocio a donde ir todos los días, pero es mucho más difícil para una madre que necesita reunir el coraje para tocar la puerta de la vecina o iniciar una conversación en un nuevo idioma. A veces se siente más fácil quedarse en casa. Lucha contra esa tendencia.
- Sé fiel: Los días son interminables y entumecedores, pero un día tirarás tu último pañal o cepillarás tus últimos dientes. Tus hijos se volverán más independientes. Tu vida no siempre será tan restrictiva o agotadora. Persevera, disfruta de sus risas; ora durante las largas noches y levántate por la mañana. Dios no se olvidará de tu fidelidad.
Amy Medina, hija de misionera y ahora mamá misionera sirviendo en Tanzania