Plantando en un país patriarcal

El que viene a mí, no lo hecho fuera

Un día, un joven vino a mi casa a pedirme trabajo, mientras le pedía al Señor que me muestre como hacer discípulos en un país patriarcal, y que como mujer no podía salir mucho ni me daban la oportunidad de predicar a los hombres.

Ese día en mi devocional leí el versículo ue dice “el que viene a mí, no lo hecho fuera” (Juan 6:37), no lo entendí bien, sino hasta unas horas después que un joven vino a pedirme trabajo, y ya no tenía dinero.

Además, me preguntaba que podía hacer él por mí porque siendo mujer no podía estar todo el tiempo conmigo. Él me dijo: “Yo hago lo que usted diga, y voy adonde usted me mande”.

Ya casi al despedirlo, recordé lo que había leído y acepté que trabajara conmigo, y fue así, todas las mañanas llegaba con un olor muy desagradable a alcohol y tabaco, su ropa olía a mal lavada, su rostro estaba muy sucio y nunca había olido algo como el olor de sus pies.

Sentía que no iba a lograr nada con él, pero cada día el Señor me llenaba de fuerzas y amor. Este joven me acompañaba a realizar las visitas a los hogares, le di un cancionero y le enseñé algunas canciones en hindi, él me ayudaba a leer la Biblia en hindi mientras yo compartía.

Al principio fue difícil porque era medio tartamudo, y en lugar de ayudarme me complicaba la lectura, pero poco a poco aprendió a leer y a hablar mejor.

Durante este tiempo, me tocó lavarle los pies, regalarle medias y desodorante, enseñarle sobre el aseo y lo desagradable que eran para mí esos olores, cada día le hablaba de dejar el tabaco y los demás vicios, poco a poco mientras me acompañaba en las visitas él fue cambiando, ya venía limpio, sus pies ni su cuerpo olían mal, su rostro estaba más limpio, y se empezaba a ver un joven sano.

Me dio mucho gozo, de ver que Dios estaba trabajando en su vida.

Un día, después de visitar una casa, él me confesó que había recibido a Cristo durante el tiempo que estaba trabajando conmigo, yo me alegré, pero él empezó a llorar, cuando le pedí que me explicara que pasaba, él me dijo que su padre había muerto dos años atrás y nadie le había hablado de Jesús y ahora que él conocía la verdad, sabía que no lo volverá a ver, luego me miró y me dijo: “¿dónde han estado ustedes los cristianos, que teniendo a Cristo no lo comparten?”.

Me quebré y también lloré, le pedí perdón de parte de todos los cristianos que teniendo la verdad de Cristo no la compartimos. Él me dijo que no dormiría ni una sola noche, sin antes compartirle de Cristo por lo menos a una persona.

Cuando salí de India pude dejar plantadas 12 iglesias, y ahora este joven, que entendió qué es el discipulado, lleva 59 iglesias.

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