La Biblia y la salud mental
La Biblia no habla explícitamente sobre el tema de la salud mental; sin embargo, tiene mucho que decir sobre el corazón y la mente, el quebrantamiento espiritual y la condición del alma. La salud mental es importante, ya que afecta a todo el ser (Prov. 4:23) y, al igual que el cuerpo, la mente puede enfermarse o lesionarse.
La Biblia tiene muchos pasajes que hablan indirectamente de la salud mental. El Señor es quien renueva la mente (Rom. 12:2) y restaura el alma (Sal. 23:3). Dios les ha dado a Sus hijos un espíritu no de temor, sino de poder, amor y dominio propio (2 Tim. 1:7). Tenemos la promesa de paz de Jesús (Jn. 14:27) y descanso (Mt. 11:28). Y, por supuesto, hay muchos mandatos bíblicos de no temer y llevar nuestras ansiedades a Dios (Is. 41:10; Mt. 6:34; Fil. 4:6; 1 Pe. 5:7).
La salud mental está ligada a la salud tanto del cuerpo como del espíritu. Tenemos un ejemplo bíblico en Elías, cuya salud mental sufrió durante su conflicto con la reina Jezabel. Después de que Elías descansó y se recargó físicamente, Dios le dio ánimo, un nuevo propósito y un asistente (1 R. 19:4-18).
Otro ejemplo es Jonás, quien deseó la muerte después de que Dios perdonó a Nínive (Jon. 4:3), un deseo bastante indicativo de un estado depresivo (Jon. 1:1-3).
La Biblia da algunas pautas para lograr y conservar una buena salud mental. Tenemos una descripción de la vida de pensamiento saludable en Filipenses 4:8. Tenemos el ejemplo de Jesús de tomar descansos del ajetreo de la vida para enfocarse en asuntos espirituales (Lc. 5:16), y llamó a Sus discípulos a hacer lo mismo (Mc. 6:31). Tenemos el reconocimiento de Pablo de que el ejercicio físico es beneficioso (1 Tim. 4:8). El cuidado personal, tanto físico como espiritual, es una necesidad.
Dios está cerca de los quebrantados de corazón y salva a los quebrantados de espíritu (Sal. 34:18). Él obra todas las cosas para el bien de Sus hijos (Rom. 8:28). La prueba de la fe produce aguante y madurez (Stg. 1:2-4). Las luchas por la salud mental, si bien son difíciles, no carecen de sentido. La Biblia muestra claramente cómo Dios puede usarlos y los usa para Su gloria.
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