Un trabajo arduo en equipo por el Reino de los cielos

Cada cultura tiene su propia cosmovisión, tiene cualidades, pero también tiene debilidades. Cuando un misionero se ha desarrollado y trabajado con miembros de su propia cultura, su perspectiva está limitada a la cosmovisión en la cual ha crecido, esto genera grandes problemas al momento de enfrentarse a las culturas con cosmovisiones diferentes. 

En el momento que se tiene la oportunidad de desarrollarse en equipos multiculturales se aprende a ver el evangelio desde diferentes perspectivas y aplicaciones. También se reconoce las fortalezas culturales de otros miembros del equipo, al tiempo que mis fortalezas ayudan al crecimiento de los demás, la visión del evangelio y del impacto a todas las naciones se vuelve más amplio y multicolor. Porque cada cultura tiene su personalidad y una herencia de la fe, que enriquece el enfoque de las demás. 

 

En mi vida, he sido muy retada en mi fe cuando veo a mis líderes que son de otra cultura, pues ellos han crecido viendo milagros, y aunque las metas que nos proponemos a los ojos humanos puedan parecer imposibles, ellos oran y confían de una manera increíble. He aprendido a equilibrar el trabajo en abnegación con el cuidado personal, parte de la cultura que he identificado en mi contexto es que propendemos el cuidado emocional y el descanso, pero a veces caemos en el error de no hacer más de lo que nos corresponde o cuando no se encuentra una solución conformarnos a eso. Pero con mis colegas de otra cultura he aprendido el trabajo arduo por el Reino de los cielos, donde no hay conformismo y si no se halla lo que se busca se encuentra la manera de responder a esto. 

 

Por lo tanto, ambas culturas aprendieron del otro a mantener un trabajo diligente y esforzado, sabiendo la urgencia que hay de predicar el Evangelio y a la vez la necesidad de mantener nuestra salud emocional y física. Por ejemplo, durante un periodo que estuve realizando una misión a corto plazo en un país caribeño de influencia inglesa fue difícil el trabajo allá, porque la cultura era totalmente diferente a la de los países latinos y las estrategias de evangelismo no funcionaban muy bien allí. Tuvimos la oportunidad de conocer un pastor nativo, que cuidó mucho a mi compañera y a mí, pero además nos ayudó a entender el trasfondo histórico de ellos y cómo esto influenciaba en la manera en que esta cultura podría recibir el evangelio. 

Al escuchar su testimonio y su trabajo junto a su familia confrontó nuestra visión del servicio y amor incondicional hacia los no alcanzados. 

 

Daniela Ortiz, misionera colombiana y maestra de Misiología

 

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