Amistades profundas

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En Medio Oriente, honras a las personas visitándolas, y encontrarás la bienvenida de la gente local que se toma la hospitalidad de extraños e invitados muy en serio.Responden calurosamente a las personas que se toman el tiempo para aprender su idioma, escuchar y hacer preguntas para comprender sus culturas. Las amistades pueden ser muy profundas y, con el tiempo, hay oportunidades para compartir gradualmente más de la gran historia de la Biblia.Por lo general, se requieren muchos encuentros pequeños con muchas personas durante varios años para que alguien de origen musulmán esté listo para seguir a Cristo.Tomará muchos años. Encontrarás muchas desilusiones en el camino: relaciones que se estancan, personas que parecen abiertas pero que luego se cierran y otras que parecen estar siguiendo y luego se alejan.

La hospitalidad en Medio Oriente es un puente poderoso para el evangelio, pero requiere paciencia y autenticidad. Cada visita, cada conversación compartida alrededor de una mesa, es una oportunidad para construir confianza. Por ejemplo, un misionero que aprende a saludar en árabe o a disfrutar de los platos tradicionales demuestra respeto, lo que abre corazones. Con el tiempo, estas amistades permiten introducir historias bíblicas que resuenan con los valores locales, como la generosidad de Abraham o el sacrificio de Isaac, que pueden conectar con las creencias musulmanas sobre estos profetas. Estas historias, contadas con sensibilidad, despiertan curiosidad y preparan el terreno para hablar de Jesús como el Salvador.

Sin embargo, el camino es arduo. La conversión en un contexto musulmán implica un costo elevado: pérdida de relaciones familiares, exclusión social o incluso peligro físico. Por eso, muchos dudan, incluso cuando sienten interés. Los misioneros deben estar preparados para acompañar a los buscadores en este proceso, ofreciendo apoyo emocional y espiritual. Esto puede incluir reuniones discretas para estudiar la Biblia o conectar a los nuevos creyentes con comunidades cristianas secretas. La labor no termina con una decisión de fe; requiere discipulado continuo para ayudarles a vivir su nueva identidad en un entorno hostil.

Este enfoque refleja el modelo de Jesús, quien compartía comidas y conversaciones con personas de todos los trasfondos, ganándose su confianza antes de revelar verdades más profundas. En Medio Oriente, esta estrategia es esencial. Informes misioneros recientes destacan que, en países como Jordania o Líbano, pequeños grupos de creyentes musulmanes están creciendo gracias a relaciones forjadas en la hospitalidad. Aunque el proceso es lento, cada semilla plantada cuenta. Como dice 1 Corintios 3:6, “Yo planté, Apolos regó, pero Dios dio el crecimiento”. La hospitalidad, combinada con paciencia y oración, permite que el evangelio eche raíces.

El impacto de este trabajo trasciende las conversiones individuales. Cuando una persona acepta a Cristo, su testimonio puede influir en su familia o comunidad, creando un efecto dominó. A pesar de las desilusiones, la perseverancia en la hospitalidad y el amor refleja el carácter de Dios, que busca a los perdidos sin importar el tiempo que tome. En Medio Oriente, donde la fe es profundamente relacional, la hospitalidad no es solo una estrategia; es una encarnación del evangelio mismo.

Por Mike.