El cuidado integral no solo es para el misionero

Una verdad que debemos considerar es que el cuidado integral no solo se realiza hacia el misionero. Una de las preocupaciones más grandes que ellos cargan tiene que ver con las personas que se quedan en su “hogar”, es decir, sus familias.

Ya sea que se trate de sus padres, abuelos o hermanos, estas personas ocupan un lugar especial en el corazón del obrero, y también necesitan ciertos cuidados. En algunos casos, se trata de familiares no creyentes, quienes, a través del cuidado integral, conocen más acerca del trabajo del obrero, su misión e inevitablemente, de Jesús.

El cuidado integral hacia las familias empieza con cosas simples como llamadas, visitas cada cierto tiempo o invitaciones a eventos de la iglesia. Hay casos en que la iglesia o la agencia misionera acompaña a la mamá en sus citas médicas o en otras necesidades.

Andrés Casanueva, pastor y misionero en Chile, nos cuenta de un caso donde la mamá de una misionera estaba enferma y ella estaba preocupada, pero los pastores de la organización FEDEMEC estaban continuamente yendo a visitar a la mamá de ella en su enfermedad.

Es un testimonio muy fuerte en cuanto al rol de la agencia misionera, cuando lo toma en serio, Andrés dijo. Enviar o llevar paquetes por sus familiares e iglesia es una buena idea, también. No solo el corazón de los familiares se alegrará, sino el del obrero, quien tendrá la tranquilidad de que su familia está siendo cuidada y tomada en cuenta.

¿Cómo se sienten los que se quedan?

El rango de emociones negativas puede ir desde una decepción menor hasta una depresión mayor

  • Decepción:Porque sus familiares se van.
  • Soledad:Por extrañar sus rostros.
  • Traición:Porque se fueron, aunque se suponía que debían quedarse.
  • Ira:Por ser abandonados.
  • Ansiedad:Porque no saben cómo reaccionar.
  • Duelo:Por la gran pérdida que están experimentando.
  • Depresión:Por el duelo que no ha sido resuelto.

Ron y Bonnie Koteskey, miembros de Care Consultants con Go International

Quienes experimentan dolor, incluso los niños, pueden negar la pérdida, enojarse por la partida, tratar de negociar para evitarlo, o deprimirse antes de aceptarlo. Todas estas reacciones son normales ante la pérdida.

Ron y Bonnie Koteskey

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