Mis papás no aceptaban
Lorena es misionera en España desde hace 12 años. Junto a su esposo, cuatro hijos y su perro, dejaron todo en su país, incluyendo a sus padres y resto de su familia.
Con respecto a nuestra salida al campo, la reacción ha sido muy diferente en cuanto a mis padres, como a los padres de mi esposo. Mis padres no aceptaban que llevemos a nuestros hijos, les dolía mucho, sentían una gran pérdida, a tal punto, que mi padre nos dijo que él estaba dispuesto de cuidar a nuestros hijos y que nosotros vayamos a donde queramos. Fue muy duro para ellos.
En cambio, para mis suegros, fue diferente. Ellos apoyaron nuestra decisión de manera absoluta. Quiero aclarar, que nosotros comenzamos a comunicar a nuestra familia de nuestro llamado desde el minuto uno, es decir, que siempre ellos supieron que íbamos a salir al campo, pero aun así es difícil enfrentarlo a la hora de la salida. Para mí es muy importante el trabajo con la familia que se deja. Ellos sufren muchísimo. Necesitan de apoyo emocional, acompañamiento, animo, consuelo. Hablar de sus luchas entre la obediencia al Señor y la pérdida, por ejemplo, cuenta Lorena.