“Nadie me comprende”

Hay circunstancias en las que los jóvenes con llamado se desaniman o desesperan debido a que sienten que nada marcha bien, quizás algunas de estas ideas han pasado por tu mente:

Las puertas no se abren, no es de Dios: La Gran Comisión es tarea de todos, que el camino hacia la obediencia parezca difícil no significa que no sea Su voluntad. Persevera, las dificultades también son parte de la preparación (2 Tim. 3:12).

Estoy solo, nadie más en la iglesia tiene llamado : Empieza por movilizar a tu iglesia, ofrécete a organizar reuniones misioneras. Se intencional compartiendo tu llamado y verás que pronto no serás el único (Jer. 29:11). ¡Quiero ir al campo ya!: No desesperes, ten en cuenta la preparación en todos los aspectos, Dios usa tu iglesia como preparación (Col. 3:23)

No tengo dinero para ir: Los misioneros son enviados por la iglesia, por eso no debes de caminar solo, créele al Señor y crea una red de personas dispuestas a ofrendar para tu proyecto (Fil. 4:19).

Mi iglesia no es misionera: Sugiérele al pastor conectarse con agencias misioneras, haz una feria de misiones, orar por misiones, enseña en los ministerios de la iglesia sobre misiones (2 Tim. 2:2).

Mi pastor y líderes no me entienden ni me apoyan: Ora por tus pastores. Busca material sobre misiones para compartirles. Invítalos a eventos misioneros. (Hch. 5:29 / Ef. 6:18).

Lo mejor es cambiarme de iglesia: Antes de hacerlo, pídele dirección a Dios. Si Él te indica que debes salir, hazlo. Recuerda hacerte conocido en otra iglesia toma tiempo y retrasará tu envío (Stg. 1:12/1 Tim. 6:12). Debemos ayudar a que nuestra iglesias tengan la visión y proyectos misioneros, y que prepare y cuide a sus misioneros.

Si Dios te ha llamado a las misiones, sé paciente. No desesperes. A Él nada se le escapa. No vas a salir ‘muy tarde’, Él se encargará. Sé sumiso, obediente y siervo. Sigamos juntos el ejemplo de Jesús, en mansedumbre y humildad. No eres el único que se siente así, pero eso no significa que sea culpa de tus pastores. No dejes de orar por ellos. Mientras estés en tu iglesia, trabaja duro y movilízalos para que haya más discípulos de forma local y hasta lo último de la tierra.

Víctor Sáenz, joven peruano, líder de Misión 28 de Adhac

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