Tres jóvenes, un mismo pastor

El joven sin rumbo

Juan descubrió su llamado en una conferencia misionera. Estudió enfermería, pero a los 2 años lo dejó para estudiar teología. Al año y medio, lo dejó para servir un ministerio médico en la selva, pero no pudo por no tener diploma. Luego, el pastor lo encomendó a iniciar el ministerio de misiones, pero solo duró 2 meses, ya que el presupuesto era limitado. Se desmotivó de a pocos, y comenzó solo a quejarse de su iglesia. A las finales, decidió asistir solo a los cultos, aislándose de la iglesia local.

El joven impulsivo

Ignacio, a sus 17 años realizó una práctica misionera de 10 días en la selva de su país. Él estaba tan entusiasmado que al regresar a su familia, amigos y pastor les dijo de su deseo por ir a las misiones. Sin embargo, sus padres le aconsejaron iniciar una carrera, y el pastor capacitarse en un instituto bíblico. Ignacio un poco molesto por el consejo, no lo aceptó. Estaba dispuesto a ir si la iglesia lo apoyaba o no.

El joven ‘oveja gorda’

Angélica, es una joven sobresaliente en la iglesia y los estudios. En la universidad, participó del grupo cristiano universitario, fue ahí donde comenzó a su despertar misionero. Ella entendía la importancia de capacitarse para la obra. Así que, al finalizar la universidad comenzó un post-grado, luego un magister, de ahí el instituto bíblico. Sin embargo, le daba mucha importancia al adquirir conocimiento, pero debido a su falta de tiempo, nunca se involucró en las actividades de la iglesia ni las misiones.

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