Iglesias que hacen la diferencia
Son generosas:
Desean dar de su tiempo, enfoque, finanzas, líderes y oración. Operan desde una mentalidad de abundancia y no de escasez. Y Dios honra esa fe. Siempre tienen más, siempre hay más líderes apasionados porque su pasión eleva la fe y el compromiso de toda la iglesia.
Están comprometidas:
Entienden que la labor pionera toma tiempo, se comprometen a largo plazo y son fieles a los obreros que enviaron en los momentos fáciles y los difíciles. Son amorosas: Están dispuestas a escuchar, a entender y a mostrar amor en formas practicas. Encuentran maneras creativas de animar a sus obreros a florecer en sus vidas y en su ministerio.
Son realistas:
Tienen una teología sana que reconoce tanto los milagros y liberaciones como los momentos de sufrimiento: los problemas de visas, la incertidumbre, la enfermedad y hasta el peligro físico. No se concentran en la comodidad y seguridad sino en seguir a Cristo.
Son aprendices:
Desean aprender de otras iglesias y agencias misioneras, sirven en cooperación y cómo preparar a sus obreros para el servicio, como afirmarles en su llamado y como apoyarlos para un ministerio a largo plazo.
Involucradas:
Quieren conocer el lugar, a la gente, lo que Dios está haciendo y como orar. Cuando es posible hacen visitas ocasionales para animar a sus obreros pioneros en el campo.
Son estratégicas:
Quieren que su contribución cuente en la causa del Reino de Dios. Prefieren esforzarse un poco más y luchar un poco más para ver llegar a Cristo a gente que antes nunca tuvo testimonio de él y ver las primeras iglesias levantarse en ese lugar o las primeras Escrituras ser traducidas. Son ambiciosas: No solo mandan uno o dos, sino que están dispuestos a formar equipos para que puedan ser efectivos en la tarea de alcanzar un grupo humano con el evangelio.