¡Nos llamaron locos!
¿Cómo puedo encontrar el camino al cielo?”
Esta era la pregunta crucial que movió a una pareja de ancianos, Aníbal y Josefina durante todas sus vidas, dejándoles con una sensación de desasosiego espiritual. La aldea donde viven está profundamente comprometida con las tradiciones romano católicas, las cuales a su vez están mezcladas con gran cantidad de creencias sincretistas.
Las personas van a la misa varias veces a la semana para confesar, participar en rituales que no consideramos bíblicos y al final tienen la esperanza que hacer eso es suficiente para agradar a Dios. Especialmente Josefina, quien asistía a la iglesia local de manera regular, sintiéndose más cerca de Dios y orando, “Dios, solo muéstrame el camino al cielo” – obviamente ella no lo conocía, y nunca obtuvo una respuesta allí.
Pero paso a paso, Dios comenzó a llevar a cabo Su plan para con ellos. Primero, a través de su hijo quien vive a cientos de kilómetros en la capital del país. Él conoció de Cristo y lo contó a sus padres. La pareja entonces comenzó a preguntarse, “¿Quién es éste Jesús del que él habla?”. Aquí me gustaría presentarles a una mujer llamada Alba.
Han pasado ya varios meses desde que comenzamos a visitarla a ella y a su familia, quienes son los únicos creyentes en el pueblo de 2000 personas. Nos reunimos con ellos para un estudio bíblico semanal y para un tiempo de capacitación en lo que significa ser y hacer discípulos. Oramos juntos por un avivamiento en el pueblo, y juntos deseamos ver a personas creer en Cristo y la plantación de una iglesia.
Alba literalmente conoce a todas las personas del pueblo y todos la conocen a ella y a su familia como creyentes. Ella sentía que Aníbal y Josefina estaban buscando la verdad en sus vidas, y a medida que las visitaba en su tienda en el centro del pueblo, las conversaciones comenzaron a tornarse más y más hacia el asunto principal – Jesucristo. En una ocasión cuando las visitó, Alba reconoció que ambos habían entregado sus vidas a Cristo.
Hace poco, nos reunimos juntos en la casa de Alba.
Aníbal y Josefina estaban llenos de paz y de gozo acerca de su esperanza presente y futura, y tenían muchas preguntas.
Ellos sienten la libertad de estar en una relación personal con Cristo en lugar de sentirse cautivos en un sistema religioso. Durante nuestro primer encuentro, ellos hablaron y hablaron. No más el adorar a estatuas e ídolos, no más tratar de fabricar su propio camino hacia Dios sin tener la certeza de que al final será suficiente. No más dependencia de seres humanos. Más que nunca, estaban estudiando diligentemente la Palabra de Dios.
Les enseñamos sobre nuestro llamado de hacer discípulos y que ahora sus vidas existen para honrar a Dios en lugar de cosas hechas por manos humanas. Oremos que su pequeña tienda sea un punto clave de esperanza para muchos locales, por causa de sus vidas transformadas.
Sin embargo, su decisión tuvo consecuencias inmediatas. “Nos llamaron locos, ¡algunos simplemente pasan para decirnos que nos odian porque seguimos a Jesús!”, dijo Josefina.
Existe libertad religiosa en Ecuador, pero especialmente en áreas rurales de la provincia de Loja eso no se puede percibir. Dar la espalda a la iglesia tradicional es considerado como traición, como abandonar a la familia, o percibido como arrogancia al cuestionar la autoridad de la iglesia católica.
Esta es un área donde muchos creyentes solitarios en zonas rurales necesitan ánimo y apoyo para permanecer de pie en tierra firme.
Siguiendo a Cristo, se enfrentan a los peligros de doctrinas erradas y sectas que tratan de pescar en medio de los evangélicos. Continuemos dando la gloria a Dios con nuestras vidas y con amor hacia nuestro vecino, y nunca avergonzarnos del evangelio.
Por Christian Waidelich, misionero en Ecuador con SIM