La maravilla de tener la verdad
En Filipenses 1:12, Pablo dice que toda lengua confiese que Jesús es el Señor. Este es un ejemplo claro de que cuando Dios habla de todo el mundo, se refiere realmente a TODO EL MUNDO.
Todos los idiomas, todas las costumbres, todos los colores de piel y de cabello, todos. Lamentablemente, esto aún no ha sido posible. A pesar de los esfuerzos y de que la Biblia ha sido traducida a más de 3200 idiomas, aún hay más de un millón de personas que no tienen el privilegio de escuchar el Evangelio en su lengua materna.
No basta con tener una traducción en un idioma similar, ya que cada lengua tiene características propias y un solo error puede cambiar el sentido de todo un capítulo, siendo más un obstáculo que una bendición.
Mirar la emoción de las personas al ver que un libro de la Biblia, un libro tan importante mundialmente, pueda escribirse y leerse en sus propios idiomas, es indescriptible, dice Naara Maicabare de Tasama, traductora bíblica en Latinoamérica.
Ella reconoce que, a pesar de que no se trata de una tarea sencilla y que los retos por afrontar son muchos, los resultados demuestran que es un trabajo que vale la pena e incluso, hace que los traductores mismos valoren más el hecho de tener la Biblia en su idioma desde hace mucho tiempo.
Pero esta no es una labor que se realice en solitario. Los traductores no son independientes y eso es algo que, con el pasar de los años, cada vez más iglesias logran comprender. Hoy en día, más congregaciones son conscientes de la importancia de esta tarea y deciden apoyar a diferentes organizaciones y proyectos para continuar el trabajo.
La iglesia en todas sus expresiones está invitada por Dios a ser parte de su misión y la traducción de la Biblia es parte de la misión de Dios, comenta Nydia Garcia, directora de Alianza Global Wycliffe.
Para esta organización, ver el empoderamiento e involucramiento de las iglesias en la traducción de la Biblia es fundamental, ya que permite que los esfuerzos sean más grandes y se obtengan mejores resultados.
La mies es mucha y los obreros son pocos, y aunque aún queda mucho por recorrer y necesidades por cubrir, la traducción continúa avanzando, haciendo posible que el mensaje de Jesús llegue a todos los rincones.