Resultados que perduran
Identidad
con la traducción de las Escrituras, Dios habla a la gente en su propia lengua, afirmando su identidad como gente, gente que Él ama. Además, la identidad de un grupo se expresa a través de relatos tradicionales de su cultura, y puede preservarse y recobrar su prestigio al registrarlos en forma escrita.
Libertad
El deseo de leer La Palabra que libera a la gente es lo que motiva a muchos a aprender a leer. La habilidad de leer y escribir les libera también del analfabetismo que los mantenía oprimidos en la pobreza
Autoestima
La alfabetización eleva el nivel de estima que tiene un grupo en su entorno. Las Escrituras en su propia lengua les permite entender con claridad que siempre han sido valiosos ante los ojos de Dios.
Defensa contra doctrinas falsas
Las Escrituras traducidas ayudan a los creyentes a comprobar la validez de lo que les están enseñando.
Los pueblos alfabetizados pueden aprender prevención y tratamiento de muchas enfermedades simples que cobrarían muchas muertes innecesariamente. La educación sanitaria, facilitada por la alfabetización, reduce drásticamente la mortalidad infantil en muchas comunidades.
Confianza
La alfabetización da acceso a la educación y a mayores oportunidades de mejorar las condiciones de vida. Las Escrituras están llenas de constantes recordatorios sobre el amor y aceptación de Dios hacia nosotros.
Oportunidades
La educación básica ha sido reconocida como un derecho fundamental. Los programas de alfabetización en la lengua materna son el primer escalón en la educación y hacen mucho más fácil la transición a la lectura en otras lenguas.
Desarrollo
La alfabetización aumenta las oportunidades de desarrollo puesto que provee acceso a la información y una voz a los pueblos. Es más: Las Escrituras aumentan la motivación porque nos revelan el sentir de Dios hacia nosotros.
Esperanza
Esperanza: una palabra que puede significar muchas cosas. Pero si alguien te la dijera en una lengua que tú no entiendes, no tendría sentido para ti.
Crecimiento espiritual
La Biblia provee consejo y consuelo a quienes la leen. Enseña y anima a quienes buscan crecer en su relación con Dios. Sin la traducción y la alfabetización, las palabras son sólo garabatos en un papel.