¿Cómo ser sal y luz en el trabajo?
Nuestro lugar de trabajo es probablemente donde estamos la mayoría del tiempo, tanto así que incluso nuestros compañeros se vuelven como una segunda familia por esa razón. Entonces, no es casualidad que el llamado de Jesús a ser luz y sal incluya definitivamente al lugar que más frecuentamos. Pero, ¿cuál es ese llamado?
En Mateo 5:13-16 nos dice: Ustedes son la sal de la tierra, pero si la sal se vuelve insípida ¿Con qué se hará salada otra vez?, ya para nada sirve sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo, una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un cajón, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así brille su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen a su Padre que está en los cielos. Primero nos enseña cómo debe ser nuestra vida, debe tener un sabor como el de la sal que cambia para bien o preserva una buena condición; segundo, que también debe ser como una luz que irradie a los que le rodean, en ambos casos observamos que tanto la sal como la luz pueden cumplir su función cuando es puesta en un lugar insípido o en la oscuridad, que muchas veces puede estar traducido a un lugar de trabajo difícil o con personas ásperas o heridas.
La división entre lo sagrado y lo secular lamentablemente ha marginado a tantas personas que piensan que algunas partes de nuestras vidas no son importantes para Dios. Necesitamos darle a la gente la visión de la aventura que es salir en el poder del Espíritu Santo al mundo, día a día y participar con Él.
Mark Greene del Instituto de Londres para el Cristianismo Contemporáneo
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¿Cómo podemos cumplir esas funciones? Jesús nos lo indica: es a través de nuestras acciones. No dice en la abundancia de lo que podemos saber sino en la abundancia de la aplicación de sus verdades bíblicas a nuestro andar diario. Entonces, ¿sería correcto ser un trabajador deshonesto, relajado, impuntual o irreverente con la autoridad? Es evidente que no. Tenemos modelos como José, David, Daniel, y principalmente Jesús, quienes fueron conocidos por los demás por el buen trabajo que realizaban y la alta estima que alcanzaron por ser quienes eran. Ahora ve y haz lo mismo, nos diría Jesús. No lo lograremos únicamente con nuestro esfuerzo personal, Jesús dijo que separados de Él nada podemos hacer (Juan 15: 4-5).
Por tanto, ahí tenemos la fórmula completa: Un buen testimonio es posible con una relación firme en Jesús, sostenida a través del tiempo. No se trata de quien llega primero sino de quien persevera.
Suzette Romero, colaboradora VAMOS