A Dios le importa más tener el 100% de mi corazón que darme el 100% de mi sustento
Cuando decidí servir en el ministerio a tiempo completo, renuncié a mi empleo y sueldo fijo. ¡Mi familia pensó que estaba loca! Pero estaba tan enamorada de Dios que acepté sin pensarlo dos veces. Nadie me habló de cómo obtener fondos. Trabajando ahí, me di cuenta de que el levantamiento de sustento era como un mal necesario y que muy pocos latinos tenían éxito. Un día, recibí el entrenamiento del SRS. No era la típica charla de una hora donde te dan versículos sobre el dinero. Nos enseñaron a movilizar a la iglesia, involucrarla en lo que Dios está haciendo en las naciones. Aprendí que mi trabajo era invitar a las personas a ser parte de ello, pero llegar al cien por ciento de mi presupuesto siendo latina, parecía improbable. Sin embargo, luego de dedicarle cuarenta horas semanales por seis meses, lo logré.
En el camino entendí varias cosas. A Dios le importa mucho más tener el cien por ciento de mi corazón que darme el cien por ciento de mi sustento, eso es dependencia. Es un proceso que requiere esfuerzo, recursos, determinación, perseverancia, pero sobre todo seguridad. Tener la convicción de que eso es lo que debemos estar haciendo, que Dios nos llamó y no podemos huir de su voz.
Hubo mucha gente que no me contestó el teléfono. Algunos contestaron, pero no quisieron tomarse un café conmigo para escuchar sobre ministerio y otros prometieron hacerlo, pero nunca llegaron. Así aprendí a ser valiente. La batalla más grande para levantar finanzas empieza en el corazón, el dinero es la parte fácil. Aprendí que cada vez que tomaba el teléfono y alguien me respondía, era la provisión de Dios. Cuando tenía conversaciones donde accedían a reunirse conmigo, era Su mano. Entonces, cuando por fin llegaba el día para sentarme a conversar con ellos, para hablarles de mi llamado y mi ministerio, no había absolutamente nada que yo pudiera hacer para convencerlos sobre nada, solo esperar la providencia de Dios una vez más. Dios proveyó personas que me comenzaron a apoyar, personas que entendían la visión a la cual fui llamada. Cada persona que aceptaba apoyarme tenía una historia de cómo mi ministerio era una respuesta a sus oraciones. Luego de seis meses, estaba completamente financiada.
Cuando decidí servir en el ministerio a tiempo completo, renuncié a muchas cosas, pero estaba tan enamorada de Dios que acepté sin pensarlo dos veces y lo volvería a hacer, una y otra vez.
Melissa Román, coordinadora de SRS para Latinoamérica