La necesidad misionera es grande y la clave es la iglesia local
Como misionera y movilizadora, me emociona ver a la Iglesia en Latinoamérica tomando más su rol en la Gran Comisión.
Cada vez hay más involucramiento de parte de los pastores y sus iglesias. Más iglesias están regresando al as raíces de la fe, al ser discípulos que hacen discípulos.
Más creyentes ahora entienden que la movilización misionera es parte de un buen discipulado, que tenemos que apoyar a que cada creyente descubra su rol en la misión de Dios, local y globalmente.
Una prueba del crecimiento se puede apreciar en la cantidad de candidatos misioneros, pero también en algo tan simple como las conferencias misioneras. Hace pocos años, todos los expositores eran europeos o norteamericanos, pero ahora casi todos son latinos.
Otra prueba está en las agencias misioneras internacionales que han cambiado sus políticas y estrategias para incluir a los creyentes de todas las partes del mundo.
Otra prueba la veo en los candidatos: casi todos se apasionan a servir entre los menos alcanzados y en los ministerios más difíciles. El enfoque creciente es hacia los menos alcanzados del mundo, lo cual no es una tarea fácil.
Más que nunca la Iglesia sabe que tiene que enviar responsablemente obreros preparados. Pero todavía, de manera general, encontramos algunas dificultades para superar en la Iglesia latina, como:
- La falta de discipulado transformador, que llegue a la acción.
- La falta de verse como protagonistas en la Gran Comisión, todavía algunos piensas que Latinoamérica está para recibir y no para dar.
- La falta de unidad entre las denominaciones retrasa la movilización y diluye el impacto tanto local como global.
La necesidad misionera es grande, pero la clave es la iglesia local, su pasión por el discipulado que empieza en casa
y se extiende hasta los confines de la tierra.
Chris Conti, directora de Movilicemos