Un proceso de preparación familiar
Escrito por Juana, obrera peruana
En 2016, cuando yo entendía mi llamado por parte del Señor en salir al campo, había una fuerte preocupación por mi mamá, a pesar de que yo había salido al campo anteriormente por 6 años, pero se suponía que ya había regresado definitivamente a Lima, Perú.
La salud de mi madre no estaba muy bien, con tristezas y preocupaciones sumados a los problemas físicos. Entonces dentro me preguntaba ¿quién cuidará de mi mamá? ¿Cómo hago para que ella se sienta tranquila y en paz al saber que yo estaré bien en otro lugar y que ella también estará bien?
Conversé con una amiga misionera sobre mi lucha y sus consejos me ayudaron a recordar que Dios tenía un tiempo para todo y que, si Él me estaba llamando, una vez más, arreglaría la situación. También recordé que yo no estaba sola, tenía otros hermanos que podían y debían ser parte de esto, apoyándome desde ahora.
¡Esto fue de gran ayuda! Ya que la preocupación que sentía debía ser compartida con el resto de mis hermanos. Hablé con ellos y les conté de mi llamado y que necesitaba la ayuda y comprensión de ellos. Les hice entender que algún día yo no estaría con ellos, pero mi mamá sí, y que ellos debían de cuidar de ella, ya sea visitándola más seguido, llamándola, en fin, que ella viera y sintiera que sus demás hijos también estaban ahí para cuidar de ella.
Entonces Dios comenzó a obrar, algunos de mis hermanos empezaron a mostrar más atención y preocupación por mi mamá.
Por otro lado, sin necesidad de estar buscando maneras por mí misma, Dios iba encargándose del tiempo, y Él empezó a trabajar en mi mamá. Yo oraba para que ella entendiera que todo esté llamado era de Él. Así que, en la soledad, Dios se encargó. ¿Cómo lo noté? Poco a poco mi mamá iba teniendo más curiosidad por las cosas del lugar al que yo iría, veía documentales (aun sin entender el idioma) y decía: Este es el pueblo donde mi hija irá. Y debo de saber dónde Dios la quiere llevar. Una vez que Dios empezó a obrar en Su tiempo, yo empecé a actuar y a hablar de manera más intencional con ella y a contarle cada paso que iba dando.