Una línea muy delgada
Hay líneas muy frágiles de cruzar, una de ellas es pasar del voluntariado al activismo.
Robert Murray lo expresó de esta manera: Ninguna cantidad de actividad al servicio del Rey, compensará el descuido del Rey mismo.
Hay que entender que nuestra tendencia como seres humanos no es buscar a Dios, cualquier ministerio puede ocupar su lugar e incluso su tiempo en nuestras vidas.
Un voluntario se da así mismo de manera gratuita para beneficio de otros, es decir: nada a cambio. Y este estilo de vida no es tan fácil de abrazar, es Jesús.
Estamos acostumbrados a recibir el reconocimiento por lo que hacemos y en muchos casos no va a ser así, aunque al final se recibe aún más de los que se da.
En mi caso el trabajo voluntario que realizo está relacionado con niños, sirvo en un comedor comunitario en una de las zonas más pobres y vulnerables de México.
El fin de este voluntariado es proveer a los niños la comida principal del día, el único requisito es que estén estudiando, la idea es incentivarlos a continuar sus estudios, ya que hay altos índices de deserción escolar.
Para mí lo más difícil dentro del trabajo voluntario es ver en sus ojos día a día la soledad, el dolor, el abuso y el maltrato.
Patricia Oviedo Castañeda, misionera con niños y adolescentes en Durango, México
Servía tanto, todos los días de las semanas que llegué a tener una carga mental por los venezolanos recién llegados a Ecuador, dice Marisel Rojas, misionera con JuCUM Ecuador, es cuando me di cuenta que yo no iba a solucionar todo ni ser la heroína. Es necesario:
- Entregar la carga a Dios: aceptar que nosotros no vamos a poder ayudar a todos
- Sostenerte en oración
- Descansar para recobrar fuerzas
- Practicar el turnarse entre voluntarios
- De ser necesario: reclutar más voluntarios Y así de esa forma, también ejercemos dominio propio.