La iglesia post-crisis sanitaria
Como cristianos, el cierre de las iglesias y el aislamiento social nos ha provocado una pérdida y nostalgia del tradicional servicio dominical y estudios bíblicos de semana; y sin embargo, una solución alternativa fue el uso de plataformas o transmisiones virtuales para continuar ‘congregando’ juntos.
Por ello, el discipulado y consejería deberían continuar y con mayor énfasis por estos medios en el contexto actual. Videollamadas, llamadas, mensajes, etc., hay muchas formas de lograrlo.
Como Iglesia debemos ser conscientes que esta crisis llegó a todos: lideres, pastores, feligreses; por lo que debemos apoyarnos unos a otros. Muchos han perdido familiares, amigos; salud, trabajos, ahorros, etc. El acompañamiento durante estos procesos es vital.
Asimismo, cuando nuevamente se abran los templos, no intentemos dar vuelta la página y regresar a la normalidad. Muchos se reincorporarán a la iglesia sin miembros de sus familias o sin realmente sentirse parte del cuerpo de Cristo producto de las consecuencias del dolor y la soledad experimentadas. Debemos hacernos cargo del pesar que esto significará para muchos.
Como Iglesia podemos cumplir nuestro rol reconciliador y restaurador proveyendo espacios de confianza y seguridad, brindado consuelo y esperanzas realistas. Las cosas no volverán a ser como antes, pero podemos afirmar que Dios nos restaurará en Él y en nuestras relaciones con otros.